disruptores endocrinos en cosmética

¿Disruptores hormonales en cosmética?

Cada día usamos productos para la piel, el cabello, los dientes y el cuerpo con la idea de protegernos o vernos mejor. Pero, ¿alguna vez te preguntaste qué contienen realmente esos productos? Hoy quiero hablarte de algo que muchas veces se oculta en las etiquetas: los disruptores hormonales en cosmética.

Estos compuestos están presentes en muchísimos cosméticos convencionales, incluso en los que parecen “inofensivos” o que huelen bien. El problema es que imitan o alteran nuestras hormonas naturales, afectando el equilibrio interno de nuestro cuerpo sin que lo notemos. Y lo más alarmante: su efecto es acumulativo y silencioso.

¿Cuántos disruptores absorbemos a tráves de la cosmética durante nuestra vida?

Un estudio del Environmental Working Group (EWG) detectó que las mujeres utilizan en promedio 12 productos cosméticos al día, que contienen más de 168 ingredientes diferentes, varios de los cuales han sido vinculados a problemas hormonales, reproductivos y neurológicos.

Lo más preocupante es que esta exposición no se queda en la superficie sino que penetran nuestra piel y se almacenan en el tejido adiposo y pueden aumentar el riesgo de infertilidad, cáncer de mama, problemas tiroideos y alteraciones en el desarrollo fetal.

Y esto comienza muy temprano. Incluso bebés y niños están expuestos desde sus primeros días a través de colonias, toallitas húmedas, cremas y shampoos que aparentan ser seguros. Es una carga química que se instala silenciosamente en el cuerpo y que puede acompañarnos toda la vida si no tomamos decisiones más conscientes.

 

Entonces ¿Por qué siguen en el mercado productos con disruptores hormonales?

En países de Europa, ingredientes como el triclosán o ciertos ftalatos ya han sido prohibidos o altamente restringidos por sus efectos nocivos comprobados. Sin embargo, en Latinoamérica la regulación cosmética sigue siendo laxa y obsoleta. Muchos compuestos con estudios científicos que evidencian su peligrosidad siguen permitidos en la formulación de productos para bebés, adolescentes y adultos, sin advertencias claras en las etiquetas.

A diferencia de la industria alimentaria, la industria cosmética tiene menos presión legal y menos fiscalización, lo que le permite comercializar productos con ingredientes potencialmente tóxicos sin demasiadas consecuencias. Las empresas no están obligadas a declarar todos sus componentes (especialmente aquellos agrupados bajo el término “fragancia”), y la falta de transparencia es generalizada.

Además, los laboratorios y marcas internacionales que operan en la región no siempre aplican los mismos estándares que en Europa, priorizando sus fórmulas más económicas para el mercado latinoamericano, donde el consumidor aún no tiene suficiente información o herramientas para exigir productos más seguros.

¿Qué podemos hacer?

La solución no está solamente en esperar que las leyes cambien, sino en informarnos, exigir transparencia y optar por cosmética natural y consciente. Elegir productos sin disruptores endocrinos, elaborados con ingredientes de origen natural, sin fragancias sintéticas ni envases plásticos, es un acto de autocuidado y de responsabilidad con el planeta.

Hoy, marcas como SER NATIVA nacen justamente desde esta urgencia: crear una alternativa saludable, ética y transparente, que devuelva a la cosmética su propósito original: cuidar, no dañar.

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